jueves, 24 de julio de 2008

unos días despues...

Una nueva madrugada me agobia después de haber tenido un mal día.
Ilusionada espero que cruces la puerta y me pidas mate...que te sientes frente a mí y me preguntes qué me pasa¿?
Pero es sólo una ilusión timoneada por el dolor.
Del otro lado de la mesa, sólo hay una silla vacía. Los mates me los tengo que tomar sola. Y ahora mis penas, mis vergüenzas, mis logros y mis huecos...se los cuento al monitor.
Papá ya no estás.
Hace 16 días que no te tengo.
Y la peor parte de no tenerte no es tu ausencia...es comprobar que estás presente en todos lados mientras que yo, sin embargo, no te siento.

Siempre creí que el día en que no estuvieras, me desmoronaría.
Y aunque hoy estoy de pie, como me enseñaste, siento que ya no soy la misma.
La persona que era antes dejó de existir el día que te fuiste.
Suena feo, duro, dramático y hasta ridículo, ya lo sé, pero es que no me encuentro.
Es como si mi esencia se hubiera hecho polvo y mi pasado fuera sólo un holograma.
Sé que no te hubiera gustado escuchar éstas cosas porque pasaste años tratando de simentarme una buena base, de esculpir mi personalidad de piedra.
Y te hubiera salido perfecto papá, de no ser porque te olvidaste de enseñarme como se vive sin los hilos, cuando se es en la vida marioneta.

Asi me siento y asi trato de no caerme demasiado.
Escribir me ayuda, de la misma manera que me hubiera ayudado contartelo si estuvieras del otro lado de la mesa.
Tu silla sigue vacía, al igual que todo mi ser desde que fuiste.
Mis ganas de hablar no se detienen, tampoco mis ganas de llorar.
Tengo muchas cosas que decirte, cosas viejas que no te he dicho, cosas nuevas que no has visto.
Tengo mucho, mucho, mucho para sacar y no sé por dónde empezar.

De a poco se me va cayendo la ficha.
Tengo de todo, menos a mi papá.